23 de Febrero 2004

JOSELITO; EL MAMUT

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...........Hace mucho tiempo, en el mundo había mamuts.
Hasta entonces, mamuts los había habido de muchos tipos. Altos, gordos, feos, patilargos, bajos, delgados, guapos, bracicortos…etc.
Joselito era gordo, feo, bajo, gordo, paticorto y feo. Y gordo. Deforme.

Cuando nació, de tan feo, gordo, paticorto y gordo y bajo y deforme que era, los demás mamuts del mundo decidieron, de común acuerdo, extinguirse, para no tener que seguir viviendo abochornados por tener que compartir la especie ”Mamut” con alguien (o algo) tan gordo, bajo, deforme, feo, y bajo como Joselito. Incluso los propios padres de Joselito aceptaron el pacto y se unieron, aturdidos y avergonzados por haber concebido semejante cagarro de hijo, a la causa común de la extinción.

Pasadas dos semanas (semana era la unidad de tiempo mínima en la época: todo iba más lento entonces) se reunieron todos los mamuts del plantea en el inmenso acantilado de Falldown, Escocia Citerior, y se lanzaron en masa al vacío…tan feo y asqueroso era Joselito y tan grandes el bochorno y la vergüenza de los mamuts del mundo que ninguno de ellos tuvo reparos, ni miedo, ni nada que lo frenara a la hora de suicidarse y extinguirse.

Y ahí se quedó Joselito, aún bebé, asco de bebé…causante, el mismo, de ser él el último de su especie.

Joselito, “el Mamut-Excepción, causa de la Extinción” (como dice el proverbio paleolítico).

Escrito por j.. a las 5:29 AM | Comentarios (53)

13 de Febrero 2004

ANIMALES EXTRAÑOS, V (...lágrima)

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Instantes mágicos. Acaba de nacer una lágrima en nuestro ojo. Se ha oído un minúsculo “plop” (el ruidito que hace una lágrima al aparecer en el mundo), y la retina se nos ha barnizado de un agua extraña.
...Mantengamos ahora los ojos abiertos, mientras la recién nacida va brotando, poco a poco, a la superficie de nuestro ojo. Ahí se quedará, si no lo cerramos.

Esa será su corta pero intensa vida: el tiempo (o, más bien, el no-tiempo: los instantes mágicos no se cuentan con fríos mecanismos de agujas de reloj..) que se mantenga sobre nuestra retina, como un extraño esmalte de ojos.

Comprobaremos, mientras duran esos instantes mágicos, que, sorprendentemente, este barniz, esta lagrimita que descanza, y vive, entre nuestros párpados, no es transparente: no vemos nada al otro lado de ella.

Pero que no veamos nada más allá de la lágrima no quiere decir que no veamos nada en absoluto, no: con un poco de concentración, y un poquito de magia, si nos abstraemos unos instantes, podemos llegar a ver la lágrima.

Ver una lágrima, ver nuestra propia lágrima… ver algo tan cerca que pierde el color… un no-color, algo tan turbio, tan impreciso, tan inquietantemente borroso, pero de alguna manera tan revelador de algo que no sabemos qué es, tan bonito, que nos provoca un desasosiego en el estómago, un hormigueo aquí, muy adentro; tan pequeño que estremece, tan intenso que descoloca…¡ver una lágrima!

Probablemente nuestro párpado superior, cansado, agotado, conmocionado por tan intensa extraña belleza, aturdido por estos instantes mágicos en los que una lágrima nos ha desenfocado el mundo, pintándonoslo del color del desenfoque…en los que una lágrima ha velado el tiempo, suspendiéndonos en un lapso tan minúsculo que…que no ha durado… probablemente nuestro párpado, inevitablemente, y sin querer, se cierre.

Y entonces la lágrima, empujada por el párpado exhausto, que se va cerrando como una cortina por el peso de su extenuación, dejará de ser lágrima, precipitándose, convertida en gota, por nuestra mejilla.

Y nuestros ojos volverán a ver el mundo de siempre, y el tiempo volverá a correr en agujas de reloj, mientras la gota, cadáver de una lágrima, resto de un instante mágico, se diluye, aún calida, en nuestra piel, y desaparece.

Escrito por j.. a las 3:28 AM | Comentarios (10)